Las imágenes que subimos a internet gozan, en muchas ocasiones, de poca seguridad cuando se trata de saber quién las usa. Es fácil encontrar una fotografía nuestra en una web sin nuestro permiso. ¿Qué podemos hacer?
Imagínese por un momento que se hace una fotografía con su mujer, su hijo y su hija, menores ambos, y la utiliza como postal navideña. Para hacerla llegar a sus familiares, la cuelga en internet. Y al cabo de unas semanas se encuentra su rostro y la de sus allegados en una valla publicitaria. Es exactamente lo que le pasó a una familia norteamericana, cuyo padre, Jeff Smith, puso la imagen en cuestión en la red y, pasado un tiempo, un amigo suyo se la encontró en un anuncio de un supermercado en Praga. El dueño del establecimiento no sabía nada del asunto, pensaba que era una imagen tomada expresamente para la ocasión, pero se comprometió a retirarla.
Las fotografías que los usuarios suben a internet están, muy a menudo, al alcance de todos. Nada, o casi nada, impide que alguien use una imagen de una tercera persona. Es tan fácil como hacer clic con el botón derecho, seleccionar Guardar como y archivarla en una carpeta del ordenador. Pero ¿quién tiene derechos sobre ese material concreto? ¿Quién puede usarlo, aunque sea para motivos personales? Los derechos sobre la imagen en cuestión son, si no se da el consentimiento mediante acuerdo escrito, del autor. Tampoco se puede utilizar la fotografía para usos personales si no se tiene el permiso, dice Josep Jover, abogado especialista en propiedad intelectual y nuevas tecnologías, puesto que “lo que se autoriza es el uso, aunque no se obtengan beneficios”.
Pero cuando subimos fotografías a la red, aceptamos una serie de cuestiones. La mayoría de las empresas que ofrecen el servicio de almacenamiento de este tipo de archivos incluyen en sus cláusulas y términos de uso contratos que les proporcionan derechos sobre lo que albergan sus servidores, sea creado por ellas o no. Hablamos de aquellas redes sociales o servicios basados eminentemente en la red, como Facebook, Flickr, Google, Twitter, LinkedIn o Tumblr. Todas ellas se reservan una licencia mundial, no exclusiva, con la capacidad de vender dicha licencia a terceros para utilizar, copiar, reproducir, procesar, adaptar, modificar, publicar, transmitir, mostrar y distribuir el contenido en cuestión. En otras palabras, pueden hacer lo que quieran con las imágenes que los usuarios suben a sus servidores. A partir del momento en que una persona cuelga una fotografía en, por ejemplo, Facebook, este obtiene los derechos sobre la misma, aunque el autor los mantiene intactos. Y la empresa seguirá en posesión de los derechos hasta que el usuario elimine el material, excepto si otros usuarios lo han compartido. Sin embargo, hay compañías como Google que mantienen los derechos sobre el material… ¡de forma perpetua! (más…)