Fue del primer sistema de telegrafía de la historia. Según la mayoría de las versiones de la historia, incluso la misma palabra “telégrafo” –tele, que significa lejos, y grapho, escribir, en griego- fue acuñada para describir la red nacional de semáforos (sema, que significa señal, y foro, llevar, también griego) de Claude Chappe.
En sus momentos de máxima extensión, comprendía 534 estaciones que cubrían más de 5.000 kilómetros. Mensajes enviados de París podían llegar a los extremos más lejanos del país en cuestión de tres o cuatro horas, algo que antes le habría tomado a jinetes en caballos tres o cuatro días.
Cómo funcionaban las torres
Los dos brazos rotan en siete posiciones, creando 49 combinaciones, mientras que la viga central puede estar horizontal o vertical. Esas son 98 combinaciones en total. Seis de esas posiciones representan mensajes del servicio, como “listos para transmitir”, “tomando un descanso”, etc. Las otras 92 corresponden a 92 páginas en un líbro de código o vocabulaire, y cada una de esas páginas contenía 92 palabras distintas. Eso daba un total de casi 8.500 palabras. La palabra ‘ejército’, por ejemplo, podría haber sido la 24º palabra de la página 19. Así que el operaror mandaba la señal para 19 para indicar la página, luego 24, para precisar qué palabra en esa página.
Por ejemplo: Un superintendente en París habría transcrito jn mensaje en alfabeto semáforo. Después, habría sido pasado de estación en estación, cada una a unos 10 kilómetros de distancia y visible por la siguiente. En cada cabina, un sólo operador se encargaba de la tarea de atisbar a sus vecinos por telescopio. Apenas veía que había actividad, copiaba las señales y las repetía. Pero ese operador no tenía ni idea de cuál era el mensaje, pues sólo los superintendentes tenían un “diccionario” de señales.
Se calculaba que cada maniobra tomaba unos 30 segundos y los mensajes se transmitían completos, incluyendo palabras como “de” o “a”, que más tarde, en el telegrama, se omitirían. Para los operadores, era una labor ardua y si se retrasaban les bajaban el salario. En cualquier caso, todo indica que lo hacían bien. El récord fue un mensaje que viajó de París a Estrasburgo en apenas 60 minutos. Anunciaba el nacimiento del hijo de Napoleón.
En la novela “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas -escrita en 1844 pero ambientada 30 años antes- aparece la descripción de una de las estaciones. El conde habla del artilugio “como las garras de un escarabajo enorme” y se maravilla de que esos diversos signos pudieran “con tanta precisión transmitir a la distancia de tres leguas las ideas y los deseos de un hombre sentado en una mesa”. Paso seguido, soborna al operador para que envíe información falsa y provoca el pánico financiero en París.
Lo que Francia hizo en la primera mitad del siglo XIX fue crear el primer sistema de comunicación a distancia. En el largo camino hasta internet, es un subestimado pero significativo primer paso.


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