Esaú vendió a Jacob su primogenitura por un plato de lentejas. Cuando, de pequeño, me contaron esta historia, siempre me pareció que la había vendido barata y eso que no tenía muy claro qué cosa era una primogenitura ni por qué alguien podría querer comprarla. La justificación de Esaú es que tenía mucha hambre y poca paciencia.
Nosotros, hoy en día, estamos vendiendo nuestra privacidad por un plato de funcionalidades que nos proporcionan cocineros como Google, Apple, Dropbox, Microsoft, Sony y muchos otros. Nos tientan con posibilidades de usar nuevas aplicaciones muy atractivas, absolutamente imprescindibles — ¿Cómo no voy a proclamar a los cuatro vientos dónde me encuentro en cada momento o lo que estoy haciendo? — y a cambio de algo que apenas tiene valor — ¿Para qué querrán saber quiénes son mis amigos o a qué contactos les envío emails? — ¿o sí lo tiene? (más…)