En una bodega abandonada en la zona oriente de la ciudad de Santiago, en Chile, un grupo de jóvenes ha creado su propia versión de unas oficinas a lo Google.
Con la ayuda de artistas grafiteros, transformaron el lugar en un espacio inspirador, “como si estuviéramos en el Bronx”, me explican. Unas oficinas abiertas, sin separación entre escritorios y equipadas con un enorme pizarrón donde comparten ideas y opiniones.
En una bodega abandonada en la zona oriente de la ciudad de Santiago, en Chile, un grupo de jóvenes ha creado su propia versión de unas oficinas a lo Google.
Con la ayuda de artistas grafiteros, transformaron el lugar en un espacio inspirador, “como si estuviéramos en el Bronx”, me explican. Unas oficinas abiertas, sin separación entre escritorios y equipadas con un enorme pizarrón donde comparten ideas y opiniones.



